Margarita
Tuvimos un noviazgo de tres años.
Él era un derrochador, pero pensé que se corregiría cuando tuviera compromisos y obligaciones…
En dos años de casados, me engañó todo el tiempo con asuntos de dinero.
No me dijo que tenía deudas cuando nos casamos. Si me hubiera dicho, todo estaría cancelado. Cuando llegaba un dinero extra, proponía salir de compras y yo aceptaba pensando que nuestra situación financiera estaba en orden. Hasta creí que teníamos unos ahorros… ¡que desaparecieron!
Él comenzó a darme señales y cuando fui a revisar la cuenta, pude ver que no quedaba un centavo. Y otra vez me salió con lo mismo: “Debo un poco de dinero”. La primera vez vendió su carro para pagar, pero todavía quedó debiendo y yo no sabía. La segunda me prestaron mis padres. Ya les pagué. La última vez le iba a ayudar nuevamente, pero me dijo que ya no me quería.
Ahora me pide disculpas y me dice que fue un momento de “ira e intenso dolor”… pero analizando bien la situación y la forma como venía la relación, me doy cuenta de que era cierto. Seguramente necesita más dinero y por eso quiere que volvamos.
Gracias a Dios me dijo que no me quería.
Si no hubiera sido por eso, lo habría ayudado otra vez y otras mil veces.
Pero gracias a tu artículo me di cuenta de que no tenía una pareja. ¡Yo había adoptado a un hijo! He identificado ese patrón con todas mis parejas. Yo misma los invalido. Necesito que me necesiten ¿Por qué busco muchachitos así? Yo pensaba que solo él era el del problema… con su pereza, sus comentarios insulsos, su intolerancia, sus discusiones sin argumentos sólidos, su incapacidad para verse a sí mismo y aceptar sus errores. Pero ahora me he dado cuenta de mi parte en el problema ¡Eso me ha dado más duro que el mismo divorcio! Aceptar que necesito ayuda y que si no la busco, voy a terminar repitiendo esto durante toda mi vida.