Historia de Maria.
Soy hija de una familia disfuncional; una mamá muy ocupada trabajando porque era la proveedora de todo, y un papá promiscuo y con problemas de alcoholismo.
Crecí en medio de un conflicto familiar en el cual había muchos gritos, golpes, insultos, exigencias y prohibiciones; era tratada diferente a los demás niños: Mi madre consideraba que yo no era suficiente para ella y yo también creía que no era suficiente para mi madre.
Todo este maltrato intrafamiliar continuó hasta mi adolescencia; los roles en mi casa se habían perdido y yo pensaba que era la responsable de todos. Luego, a los 13 años de edad, cuando empezó mi interés por los chicos, me perdí, me sumergí en un mundo de fantasías, construí en mi mente relaciones y situaciones fantasiosas para evadir mi cruda realidad.
De esta forma continuó mi vida hasta la adultez:
Relaciones totalmente insanas conmigo misma, con mi familia y amigos. Toda la disfuncionalidad de mi familia en la que había crecido, me había hecho una mujer con baja autoestima, bajo reconocimiento, no me aceptaba físicamente, (me consideraba una mujer fea); era insegura, agresiva, demasiado sensible, llevaba en mi corazón mucho resentimiento por el maltrato, rabia, ira, no confiaba en mí, no me conocía, no sabía quién era yo, pero lo más terrible de todo era que tenía una fe demasiado tibia y una concepción distorsionada de la presencia de un poder superior en mi vida.
Todo este caos en mi vida, me llevó atraer a un ser humano muy tóxico; un hombre que en ese momento me producía poder, energía y fascinación, lo que no debe producir una pareja en uno, me enamoré profundamente de este hombre el cual consideraba un regalo de Dios en mi vida, y por eso decidí entregarle mi vida para que hiciera su tarea perfecta, durante
14 años fui manipulada, controlada, utilizada, humillada, maltratada verbalmente, explotada económicamente, vigilada, celada, perseguida, abusada, y agobiada por las constantes críticas y juicios que me mantenían sumergida en la vergüenza y la culpa. Después de soportar tanto dolor en mi vida, un día mi cuerpo y mi mente explotaron; ya no aguantaron más y tomé la dura decisión de dejar a ese hombre. Los meses siguientes fueron un infierno, estuve sumida en el llanto, el dolor, mi cuerpo temblaba, bajé de peso… creo que inconscientemente quería desaparecer.
A los dos meses de separarme de mi pareja, busqué ayuda con un psicólogo, a quien ya había conocido en un momento de mi vida por una situación extrema que viví cuando tenía aproximadamente 29 años. Este terapeuta, a quien considero un ángel en mi camino, me diagnosticó y consideró que por mis antecedentes tenía todas las características de una mujer codependiente. Me sugirió y recomendó asistir a grupos de autoayuda para que pudiera trabajar mis emociones y sentimientos, y sanar de esta forma tanto dolor, rabia, ira, culpa y resentimiento acumulados en mi vida.
Otro trabajo importante ha sido el de las 7 heridas de la infancia. Fue determinante y sanador, ya que hice un recorrido por los primeros
años de mi infancia encontrando la verdadera raíz de las conductas insanas en mi vida. Me ayudó a aceptar más a mi sombra, mi pasado y mi persona. Terminé descubriendo que soy igual a mi madre, física, mental e espiritualmente y que había repetido la misma historia inconscientemente.
Entre los aspectos más difíciles de todo este proceso estuvo
el perdonarme a mí misma, porque aprendí que yo debo perdonar a las personas que me hicieron daño, pero lo más importante es perdonarme a mi misma. Yo no soy culpable de lo que me sucedió. Ahora soy responsable de mi recuperación.